Sonríe

Apenas cumplía sus 23 años. Demostraba con su palabra y su voluntad una admirable seguridad en sí misma. A todos contagiaba con su divertido pero firme deseo de superación. No temió al expresar su objetivo de pronto lograr ser alguien en la vida. Para ella era su primera experiencia de trabajo y no escondió sus ansias de crecer y de ser la mejor. Aceptó todo reto y siempre luchó por ganar. Todo lo que se propuso con éxito lo logró, pero no pudo sonreír.

Marta completó con honores su grado de bachillerato. Como joven madre soltera hizo maravillas para estudiar, trabajar y atender a su niña. Siempre soñó con lograr trabajar en la que consideraba la mejor empresa del país. El empleo en esta empresa le aseguraría mejores oportunidades, salarios y beneficios para ella y para su hija. A diferencia de sus empleos a tiempo parcial, esta empresa representaba para Marta una oportunidad para poder trabajar de día, de lunes a viernes y con mas salario que el mínimo a que estaba acostumbrada. Tendría con este empleo el tiempo para acompañar y disfrutar a su hija. Con gran fuerza de voluntad Marta se preparó para su entrevista de empleo. Bien recuerda Marta las inesperadas y sorpresivas preguntas de su entrevista y recuerda por siempre sus espontáneas respuestas.

Cuenta Marta a sus amigas que “la entrevista parecía un concurso de Miss. Universo”,

- ¿Te consideras la mejor en lo que haces?

- ¿Te gusta siempre ganar?

- ¿Puedes hacer 10 cosas a la misma vez, sin cometer errores y sonreír al mismo tiempo?

- ¿Te molestas contigo misma cuando algo que haces no resulta como esperas? ¿Qué haces?

- ¿Qué es mas importante para ti: el pasado, el presente ó el futuro?

- ¿Qué es mas importante para ti: la gente, las ideas ó las cosas?

El resultado de la entrevista fue positivo para Marta. Logró el empleo que siempre soñó. En la empresa que la ayudaría a cambiar su vida y el futuro de su hija. Sin dudas Marta logró una de sus principales metas. Su futuro era prometedor y con excelentes oportunidades de crecimiento y mejoramiento profesional y económico. Marta entendió que su futuro dependería de su desempeño, su compromiso con la empresa y dependía sobretodo de ella misma para con su esfuerzo y dedicación lograr las oportunidades que seguramente pronto estarían disponibles.

El primer año de empleo para Marta fue muy fuerte. Entendió muy pronto que para poder competir y ganar las oportunidades que se propuso alcanzar debía competir con gente muy talentosa, de mas experiencia que ella. Conoció además de la importancia de la política interna en las organizaciones, de los celos profesionales, de los favoritismos, del discrimen y hasta del hostigamiento. Todos los retos Marta los superó con éxito. Todos sus objetivos de trabajo los cumplió de forma excelente. Marta se vio a sí misma como una ganadora, hasta el día de la reunión con su jefe.

Como en toda empresa exitosa, varias veces al año Marta tuvo la oportunidad de reunirse con su jefe para compartir sobre los objetivos, sus logros alcanzados y su plan de desarrollo. En las reuniones anteriores se le reconoció a Marta por su dedicación y el logro de sus metas. Ella había demostrado su capacidad para aprender, su responsabilidad en cumplir todas sus tareas y su compromiso sin importar las mas de 40 horas a la semana que muchas veces tuvo que trabajar. Marta muy bien se preparó para la reunión con su jefe. Documentó muy bien todo su trabajo y estaba decidida a solicitar un mejor puesto con un mayor salario. Marta entendía que se había ganado esta oportunidad. Pero no estaba preparada para escuchar a su jefe.

- ¿Qué es para ti una empresa exitosa?, preguntó el jefe a Marta.

Aunque muy sorprendida por la pregunta, Marta respondió con mucha seguridad y con ejemplos específicos de su empresa y de otras que ella admiraba.

- El éxito no solo se mide por los resultados. Es igualmente importante cómo    logramos los resultados, le expresó el jefe a Marta.

Marta quedó totalmente sorprendida por el comentario del jefe. De momento la amenazó su inseguridad, pensó si algo incorrecto habría hecho sin intención alguna. Pensó que su jefe estaba dudando de su integridad. Pero rápido se recuperó y con su firmeza de siempre, sin ponerse defensiva, solicitó a su jefe que le explicara su sorpresivo comentario. 

- Entiendo por tu comentario que para la empresa ser exitosa es tan importante lo que se hace y también cómo se hace. Por favor explícame, solicitó Marta a su jefe.

Muy bien preparado y con ejemplos específicos de casos conocidos de varias otras empresas el jefe explicó a Marta la importancia del balance entre el qué hacemos y cómo lo hacemos. Marta entendió rápidamente los ejemplos relacionados a las empresas y sus resultados. Pudo también dar a su jefe otros ejemplos que ella conocía. 

Sin embargo, Marta continuaba con una gran duda. Con la firmeza y la seguridad que siempre demostraba Marta preguntó a su jefe, “que todo esto del qué y el cómo tiene que ver con mi trabajo y mi futuro en esta empresa? “ 

El jefe miró a Marta de una manera que ella nunca antes había visto en él. Fue una mirada muy cordial, casi paternal. Marta no estaba acostumbrada a la mirada paternal. El jefe simplemente le respondió, “Buenos días Marta”. En la oficina todo fue silencio. Ambos se miraron durante un tiempo que a Marta le pareció eterno. Todo era silencio hasta que Marta con mucha humildad y respeto respondió, “no entiendo, porqué me das los buenos días para responder a mi pregunta”.

- Quiero que hoy en tu casa reflexiones sobre lo que hemos hablado de la diferencia entre el qué y el cómo, le solicitó el jefe a Marta.

Marta completó su día de trabajo. Llevó con ella sus notas y sus documentos para repasar sus objetivos, sus informes de logros y poder así prepararse para su próxima reunión con su jefe. Aún sin entender porqué el jefe le había respondido con simplemente un “buenos días Marta”. 

Luego de compartir y acostar a su niña, Marta se dedicó a repasar su primer año de empleo, en la empresa en la que siempre soñó trabajar. Recordó además sus experiencias mientras con sacrificio trabajaba en otras empresas y estudiaba para mejorar su futuro y el de su hija. Todos sus recuerdos eran de lucha, sacrificio, pero de mucho orgullo por todo lo que había logrado en sus 23 años y apenas comenzando su carrera profesional. Se sintió verdaderamente orgullosa de poder ser un excelente ejemplo para su niña.

Sus recuerdos y reflexión también la llevaron a recordar a su familia y sus años de infancia. Sus alegrías y su orgullo profesional se transformaron en melancolía y tristes recuerdos. Pero de sus experiencias mientras crecía Marta aprendió a luchar y a superarse. Sus necesidades de infancia Marta las convirtió en objetivos para su vida adulta. Toda experiencia de vida la llevaba siempre con ella para aprender y crecer. Fue de esa reflexión que Marta entendió que algo le faltaba. Marta buscó y no encontró en sus experiencias y vivencias algo que necesitaba para su éxito profesional. Entendió además que no llevaba con ella algo que su niña también necesitaba para ser feliz.  

Al día siguiente a su reflexión Marta temprano en la mañana solicitó tiempo a su jefe para continuar su reunión y poder compartir sobre el resultado de su reflexión. En la tarde se reunieron. Había sido un día muy intenso. Ambos estaban algo cansados, pero muy interesados en continuar la conversación. El jefe tenía verdadero interés en apoyar a Marta, y ella continuaba encontrando una nueva mirada y un nuevo tono de voz en su jefe.

- En mi casa nunca acostumbramos dar los buenos días. Nunca nos saludamos. Nunca lo aprendí. Ahora lo entiendo y necesito hacerlo para ser feliz, expresó Marta a su jefe con lágrimas en sus ojos.

- Te felicito, hoy eres una mejor persona. Has aprendido de tu experiencia y ahora sabes que cada día tenemos la oportunidad de crecer, de mejorar como ser humano. Has entendido que tenemos la capacidad de también ayudar a otros para que cada día sean mejores personas. No es solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Aprendamos que siempre el momento de ser feliz es ahora, el lugar para ser feliz es donde estamos y somos nosotros quienes tenemos que hacer para ser felices, respondió el jefe.

En su reflexión Marta entendió que su forma de salir adelante en la vida hasta ese momento había sido como luchadora solitaria. Se propuso temprano en su vida a no depender de otros para lograr sus propias metas. Marta vivía pretendiendo ser auto suficiente. Hasta ese día conocía a otros sin ella darse a conocer, siempre escondiendo sus sentimientos y emociones. Marta comprendió en su reflexión cuán equivocada estaba. Su aparente seguridad era una fachada para esconder sus emociones. Aprendió de un simple “buenos días” a ser feliz, a no ocultar su felicidad. Aprendió además a confiar en otros y que sí se puede ganar sin que otro pierda. Aprendió que la confianza en nuestro prójimo nos ayuda a crecer y a triunfar. Aprendió a enseñar a su hija a ser también feliz. 

Marta aprendió de sus experiencias. De inmediato estableció su plan de mejoramiento personal. Como excelente navegante de la vida preparó sus velas, dirigió su rumbo al norte y lleva siempre con ella su mapa su cielo para alcanzar sus sueños y nuevos destinos:

- Busca y confía en tu corazón, así también encontrarás a otros.

- Tu seguridad la encuentras en tus conocimientos y experiencias.

- Aspira siempre a lo mejor de ti, así crecerás y serás feliz.

- Acepta y agradece a los maestros que encuentras en tu camino.

- Comparte tus experiencias con otros, es la mejor forma para tu también crecer. 

- Sueña siempre, fortalece tu voluntad y espíritu, así llegarás a nuevos destinos.